sábado, 8 de noviembre de 2008

Tres películas















Estos días coinciden en las carteleras españolas tres películas que tienen en común la virtud de romper con el discurso políticamente correcto que desde el Poder, a través de sus múltiples terminales mediáticas, se nos está imponiendo, sin la adecuada respuesta ciudadana. Casi nadie discute en esta España nuestra de complejos, medias verdades y servidumbres, que el compromiso del arte, y en especial del cine, sólo es posible si el artista toma partido en la defensa de aquellos valores identificados ideológicamente con la izquierda. Recuerden las galas de los Goya y el numerito que año tras año nos montan los "rebeldes" de salón que financian sus sueños revolucionarios a cargo de los presupuestos generales, es decir, de todos nosotros. Si un director no entra en este juego, será sospechoso de colaboracionsimo con no sé qué, será tildado de reaccionario o neocon que es el nuevo insulto político ideado por los progres. Aunque parezca increíble, en España hay un cine más allá del maniqueísmo guerracivilsta, del machacón trauma sexual, de la violencia gratuita, del canto a la cultura de la muerte y otras lindezas a las que por desgracia estamos habituados.
Tres películas irrumpen con desiguales dificultades a la hora de su distribución y promoción en los medios de comunicación. Se trata de Sangre de mayo de José Luis Garci, un impresionante fresco del nacimiento de la Nación española como expresión política de un pueblo firme en la búsqueda de su libertad; El infierno vasco de Iñaki Arteta, emotivo documental sobre el exilio al que el nacionalismo vasco tiene sometido a la mitad de la población y Bella, opera prima del director Alejandro Gómez Monteverde, protagonizada y producida por el controvertido actor mexicano José Eduardo Verástegui quien, rechazando fama y dinero, está entregado en cuerpo y alma a realizar una interesante y conmovedora campaña de concienciación contra el aborto. Bella es una película que habla de la dignidad humana, de la defensa del mundo latino en Estados Unidos, de la vida como un don sagrado que hay que preservar.

El orgullo de sentirse ciudadanos de una gran Nación llamada España, la lucha por la libertad y la dignidad de las víctimas frente al totalitarismo nacionalista así como la defensa de la vida desde su concepción frente a la cultura de la muerte, nos sitúan ante un cine diferente que a muchos nos llena de emoción y cuyos valores no cotizan en el mercadeo de la mediocridad política, social e intelectual en la que estamos, por desgracia, instalados. No lo duden, acudan si pueden a ver estar películas y saldrán reconfortados. Un buen antídoto frente al pesimismo generalizado y al desetimiento.

Sangre de mayo



Bella



El infierno vasco


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