sábado, 12 de diciembre de 2009

Sindicatos subvencionados...y agradecidos

Ocurrió lo que tenía que ocurrir. Los sindicatos, incluido el de la ceja, toman la calle, o en vista de la exigua participación habría que decir que solo un trocito pequeño de ella, en una manifestación que asegure a su pagador, es decir al Gobierno, la Paz Social. Nada les importa las cifras de parados ni la desastroza política económica de un gobierno a la deriva, a estos vividores del erario público solo les interesa conservar sus privilegios, echar un cable a un gobierno rendido a sus pies y atizar a los que realmente crean riqueza, los empresarios. Las pequeñas y medianas empresas no son el problema sino una parte esencial de la solución. A diferencia de estos sindicalistas de salón, son muchos los pequeños y medianos empresarios que hacen del riesgo un elemento esencial de su labor social y laboral. Los jerarcas sindicales no quieren ni oír hablar de reforma laboral. Defienden, o eso dicen, los derechos de los que trabajan, sus afiliados, pero se olvidan, en actitudes poco solidarias, de los millones de parados a los que condenan a la resignación. Están de espaldas a la realidad social y solo miran sus propios intereses.

El modelo sindical en España empieza a ser un serio problema. En medio de una crisis negada hasta la saciedad por el Gobierno, instalado durante meses en el engaño y el cinismo, los sindicatos, lejos de ejercer la crítica ante la pasividad gubernamental, han hecho del silencio, cuando no de la complicidad, su única respuesta. Estas actitudes no hacen sino poner bajo sospecha la actuación sindical y hacen dudar al ciudadano de a pie de si las motivaciones últimas de determinadas movilizaciones son de caracter laboral o político. ¿Se imaginan ustedes cuál habría sido la reacción de los sindicatos si un gobierno del PP hubiera alcanzado la cifra de cuatro millones de parados? Estaríamos al borde de la revuelta social, no cabe duda. Somos muchos los españoles que ya estamos hartos de que los sindicatos sean incuestionables y además pagados con las arcas del Estado.
Según datos del Ministerio de Trabajo, durante 2007 el sindicato Comisiones Obreras recibió del Estado 6,29 millones de euros y la UGT 6,06 millones de euros. A esto hay que sumar otros 981.760 euros para CCOO y 1,14 millones de euros para UGT en concepto de compensación económica por "su participación en consejos consultivos". Estas cifras se completan con la subvención recibida por los llamados sindicatos minoritarios que paso a detallar. ELA (sindicato cercano al PNV), 567.749 euros; USO, 487.084 euros; CSI-CSIF, 342.559 euros; CIG, 273.539, euros; LAB (sindicato cercano a Batasuna), 216.302 euros; Fetico (comercio), 206.951 euros; CGT, 204.951 euros; FSIE, 138.688 euros y otras organizaciones aún más minoritarias, hasta sumar un total de cuarenta y dos, 90.000 euros en total.


Estas cifras de escándalo, aún más en la actual coyuntura de crisis económica y financiera, empiezan a entenderse si acto seguido comprobamos que el número de liberados sindicales en toda España asciende a 200.000, sí han leído bien. Doscientos mil ciudadanos cuya actividad no es productiva y a los que pagamos todos los españoles. Por cierto que el acto de hoy no ha llegado a los 40.000 manifestantes, con lo que ni los liberados han secundados la convocatoria. El derroche del gasto público hay que pararlo. Ya ha llegado el momento de revisar algunos de los acuerdos a los que se llegó en la Transición que en su momento quizá fueran necesarios para asentar la Democracia, beneficiando de forma desproporcionada a partidos políticos y sindicatos, pero que a día de hoy no tiene sentido mantener. Es increíble que cada español tenga que aportar anualmente, vía declaración de la renta, más de 20 euros a los sindicatos sin ser consultado. Alguien puede alegar que lo sindicatos desempeñan una importante labor social de defensa de los intereses de los trabajadores. No voy a entrar en ese debate. Solo digo que deben ser los trabajadores libremente quienes deben juzgarlo y lo cierto es que el nivel de afiliación a los sindicatos en España es realmente bajo. Se habla de crisis del modelo sindical. Es posible. La independencia de los sindicatos, convertidos hoy en una especie de funcionariado dependiente del erario público, les haría ganar en independencia y credibilidad ante los ciudadanos. Esto solo se puede conseguir mediante la autofinanciación o en su defecto en que sea el contribuyente quien en la declaración de la Renta, al igual que ocurre con la Iglesia Católica, decidiese si quiere o no contribuir a sostener y financiar a los sindicatos. ¿Tan complicado es esto? ¿Por qué nadie se atreve a proponerlo? Parece que hay determinados temas tabú que tras treinta años de democracia no deberían serlo.
El lema que encabezaba la manifestación era, referido a los empresarios, "Que no se aprovechen de la crisis". Pues eso, yo lo aplico a los sindicatos que sí que se parovechan y de qué manera de la crisis y con el mismo lema iría a una manifestación que cuestionase el actual modelo sindical y pusiera en entredicho los privilegios de los que gozan y que pagamos todos los españoles.

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