sábado, 22 de febrero de 2014

Europa en la encrucijada


Ante la cercanía de la cita electoral europea, sería bueno que reflexionásemos sobre qué Europa queremos construir: sus valores, principios y límites. Y nada mejor para ello que salirnos de la contingencia política para adentranos en la profundidad del pensamiento. El escritor francés Pascal Bruckner publicó el pasado año un interesantísimo ensayo que nos plantea importantes interrogantes acerca de la identidad europea. El autor de La euforia perpetua, La tentación de la inocencia o Miseria de la prosperidad vuelve a sorprendernos con La tiranía de la penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental, editado por Ariel. En esta Europa nuestra del pesimismo, del nihilismo y del desistimiento se hacen necesarias aportaciones de intelectuales como Pascal Bruckner, Gilles Lipovetsky o Alan Finkielkraut para que el Viejo Continente vuelva a recuperar su protagonismo en la escena internacional superando complejos y soltando lastre de la penitencia que parece que estemos pagando por los errores de un devastador siglo XX. Europa tiene mucho que aportar. Es cierto que propició enfermedades históricas como el colonialismo, el totalitarismo nazi o comunista, pero también ha sabido encontrar el antídoto para que la Humanidad no vuelva a caer en excesos ideológicos que anulen al individuo en nombre de la colectividad.

"La verdad es que Europa ha vencido a sus monstruos: se abolió la esclavitud, se abandonó el colonialismo, se derrotó al fascismo y se puso de rodillas al comunismo. ¿Qué otro continente puede presentar semejante balance? En definitiva, lo preferible le ha hecho vencer a lo abominable. Europa es el Holocausto más la destrucción del nazismo, el gulag más la caída del Muro, el Imperio más la descolonización, la esclavitud y su abolición, es cada vez de una violencia precisa no sólo superada sino deslegitimada".

Sin embargo, denunia Bruckner, nos hemos quedado en la fase del arrepentimiento y la mala conciencia. La penitencia es, en definitiva, una elección política: la de la abdicación que no nos inmuniza en absoluto contra el pecado. El miedo a cometer de nuevo los errores del pasado nos vuelve demasiado indulgentes respecto a las infamias contemporáneas. "Al crimen de la injerencia -sentencia el pensador francés- le sucede el de la indiferencia" El pensamiento progre, apoyado en doctrinas terceristas, en una suerte de discurso colonialista a la inversa, sigue considerando que los países occidentales son los responsables de todo lo que ocurre en el Tercer Mundo, negando a estos pueblos su responsabilidad en un momento de la historia en la que son, en gran medida, dueños de su presente y de su destino. Este discurso ha calado hondo en las élites intelectuales de estos países que enarbolan la bandera del victimismo para así desprenderse de toda responsabilidad en la gestión de los asuntos domésticos:

"Son demasiados los países de África, de Oriente Próximo y de América Latina en los que se confunde la autocrítica con la búsqueda de un chivo expiatorio cómodo que explique sus desgracias. Nunca es culpa suya, siempre se atribuye a un tercero importante (Occidente, la globalización, el capitalismo).Pero esta división no está libre de racismo. Al negar a los pueblos de los trópicos o de ultramar toda responsabilidad en su situación, se los priva en consecuencia de toda libertad, se los devuelve a la situación de infantilismo que inspiró toda la colonización".

La democracia parlamentaria, la sociedad abierta, la declaración universal de los derechos humanos es la apuesta de Occidente y su extensión a otras culturas y continentes no debe ser interpretado como un capítulo más de arrogancia imperialista. Todo lo contrario. Los valorores que defendemos en el mundo Occidental y que han traído un período duradero de paz y bienestar son universales y los pueblos que aún sufren los rigores de la tiranía tienen en la historia europea un interesante referente. El discurso racista y discriminatorio sería el contrario, es decir, considerar que un ciudadano musulmán, africano o asiático no debe disfrutar de nuestro ventajoso mundo en nombre de la excepcionalidad racial, cultural o religioso. Al igual que Occidente supo encontrar el camino, largo y arduo, que le ha llevado a la democracia y el respeto a los derechos individuales, otros mundos, como por ejemplo el islámico, debe encontrar el suyo y el apoyo que demos desde Occidente a este proceso es el gran reto del siglo XXI, pues, según Bruckner, la democratización de los países musulmanes, si algún día llegara a producirse, se hará a partir del Islam, no de su negación.



"La crítica al Islam, lejos de ser reaccionaria, constituye por el contrario la única actitud progresista en el momento en que millones de musulmanes, reformadores o liberales aspiran a practicar su fe pacíficamente, sin soportar las órdenes ni de los doctrinarios ni de los barbudos. Desterrar las costumbres bárbaras de la lapidación, del repudio, de la poligamia, de la escisión, pasar el Corán por el tamiz de la razón hermenéutica, suprimir los versículos dudosos sobre los judíos, los cristianos y los homosexuales, las incitaciones a la matanza de los apóstatas o de los infieles, atreverse a recuperar el movimiento de la Ilustración nacido en el seno de las élites musulmanas a finales del siglo XIX en Oriente Próximo, ése es el inmenso obrasador político, filosófico y teológico que tienen ante sí. Esta labor de los intelectuales, de los profesores, de los religiosos árabe-musulmanes la han iniciado ya algunos (la sirio-estadounidense Wafa Sultan, la bangladeshí Talisma Nasreen , la abogada germano-turca Seyran Ates, la diputada holandesa de origen somalí Ayaan Ali Hirsi). Habrá que construir una gran cadena de ayuda a todos los rebeldes del mundo islámico, moderados, agnósticos, libertinos, ateos, cismáticos, como la que apoyó en el pasado a los disidentes de Europa del Este. Europa si quiere construir un Islam laico dentro de sus fronteras, debería alentar estas voces divergentes, darles su apoyo financiero, moral y político, apadrinarlos, invitarlos y protegerlos. No existe en la actualidad una causa más sagrada, más seria y que comprometa más la concordia de la generaciones fututras. Pero con una inconsciencia suicida, nuestro continente se arrodilla ante los locos de Dios y silencia o ignora a los librepensadores".


En este sentido, la mejor forma de acoger el amplio contingente de inmigrantes entre nosotros es invitándolos a que disfruten de nuestra sociedad abierta en lugar de condenarlos a perpetuarse en guetos y tradiciones que en ocasiones están de espaldas a la libertad. Es la gran lección del Europa: un individuo sólo existe conmo tal cuando su singularidad prevalece sobre su nacionalidad, su color de piel o su pertenencia.

El pensador italiano Giovanni Sartori ya denunció en su magnífico ensayo La sociedad multiétnica publicado por la editorial Taurus en 2001 cómo el multiculturalismo lejos de ser una extensión y continuación del pluralismo es su negacíon pues no persigue una integración diferenciada sino una desintegración multiétnica que quiebra los fundamentos de las sociedades abiertas. La clave, nos dice Bruckner, está en proteger a las minorías o emancipar al individuo.

"Toda la ambigüedad del multiculturalismo procede de que encarcela, en nombre de las mejores intenciones, a los hombres, a las mujeres y a los niños en un modo de vidas, en unas tradiciones de las que muy a menudo aspiran a emanciparse...Cada vez que un país occidental ha querido codificar un derecho de las minorías, ¡han sido los miembros de las mismas, especialmente las mujeres, los que se han opuesto!...Tal vez el multiculturalismo no sea, en el fondo, más que una segregación legal en la que nos encontramos con los tiernos acentos de los ricos explicando a los pobre que el dinero no da la felicidad. Para nosotros las cargas de la libertad, de la invención de uno mismo, de la igualdad entre hombres y mujeres; para vosotros, las alegrías de la costumbre, de los casamientos forzados, del velo, de la poligamia y de la mutilación sexual de las mujeres. Los miembros de estas pequeñas congregaciones se convierten entonces en piezas de museo, en habitantes de una reserva que queremos preservar de las calamidades del progreso y de la civilización".

Quizá le falta añadir a Bruckner alguna reflexión sobre lo que sí que podemos aprender los occidentales de otras culturas, aunque comprendo que dicho asunto trasciende el contenido del libro. Pero sin duda la recuperación de la lentitud en el quehacer cotidiano, valorar los espacios del silencio y la contemplación, el respeto a las generaciones anteriores son pequeños, pero importantes, aspectos que se están perdiendo en nuestra vida diaria y que tendríamos que retomar como parte de lo que entendemos por progreso. Me remito al sugerente ensayo del también intelectual francés Pierre Sansot Del buen uso de la lentitud.
Dedica Pascal Bruckner algunos capítulos a reflexionar sobre la relación entre Europa y Estados Unidos. Según el pensador francés, Europa no puede por más tiempo estar de espaldas a los Estados Unidos. La tiranía de la penitencia tiene como consecuencia la inacción de Europa en los conflictos que están asolando el planeta. El discurso antiamericano es farisaico pues tras ser denostados se recurre a los americanos para que solucionen problemas de los que nosotros evitamos pronunciarnos y tomar partido.

"Haga lo que haga, que intervenga o no intervenga, Estados Unidos lo hace mal, porque así lo establece la distribución de papeles. En Oriente Próximo o en cualquier parte, Europa rehúsa mancharse las manos, sólo acepta tenderlas con efusión apasionada a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Cuando rechazan nuestra amistad, ponernos en manos de otros el asunto para que hagan lo necesario. Se ha visto en Bosnia en 1995, en Kosovo en 1999...Si el día de mañana Vladimir Putin pusiera su pesada pata sobre los países bálticos, invadiera Georgia o estableciese en Moldavia un régimen títere, Europa occidental al unísono exclamaría: ¡Sírvase!" Finalmente, sólo reaccionaría Estados Unidos"

Estamos, en definitiva, ante un ensayo autocrítico y políticamente incorrecto de un intelectual europeo que piensa que Europa, por su universalismo y como artífice de lo mejor y peor de la historia reciente, tiene aún mucho que decir en el panorama político internacional. Para ello debe abandonar la tiranía de la penitencia y el masoquismo en la que está instalada y defender sin complejos la extensión de los valores que han hecho de la europea un modelo, con sus errores y aciertos, de sociedad abierta de la que hablaba Karl Popper. La búsqueda de los fundamentos de esa sociedad abierta debe ser compartida con todas aquellas sociedades que están saliendo, como en su día hizo Europa, del túnel de la historia. Los ciudadanos de diferentes países y tradiciones se enriquecerán de la diversidad cultural sin perder de vista el respeto de los derechos humanos y la libertad. Ésa sí que sería una Alianza de Civilizaciones productiva, ¿no creen?

lunes, 25 de marzo de 2013

Orígenes del fascismo

Por su interés reproduzco la reseña que sobre el libro El nacimiento de la ideología fascista de Zeev Stemhell (Siglo XXI editores) publiqué en 1995 en el periódico "La Información de Córdoba"


Extensa es, sin duda, la bibliografía que en los últimos cuarenta años ha suscitado el fenómeno político y social del fascismo. Pero no menos cierto es que muchos de estos estudios se han acercado al tema con una evidente falta de rigor y con un apasionamiento que entorpece la serena reflexión que exige la investigación histórica. El documentado, y ya clásico, trabajo de Emst Nolte, El Fascismo (1970), unido al reciente y exitoso libro del historiador estadounidense Stanley G, Payne, han servido para delimitar las características de este movimiento político al que con frecuencia se apela, sin atender a su especificidad ideológica, para definir actitudes y comportamientos que nada tienen que ver con su naturaleza. El conocimiento de los antecedentes, influencias culturales, circunstancias históricas y peculiaridades políticas que rodearon la aparición del fascismo es el mejor antídoto, que desde la seriedad de la ciencia humanística, puede contrarrestar el extendido mal de la subcultura posmoderna de eslóganes y frases hechas.
 
A esta necesaria labor de reconstrucción ha contribuido Zeev Stemhell, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y conocido por sus interesantes trabajos acerca de los orígenes del fascismo galo -Maurice Barré et le nationalisme francés (1985), Les genes francais du Fascisme (1984)-ingente tarea investigadora de Stem ha culminado con la publicación de Los orígenes de la ideología fascista, un apasionante estudio, acompañado de una completísima bibliografía, sobre los precedentes más remotos del fascismo que, en la convulsa Europa de principios de siglo, se identifican con la izquierda revisionista. Con esta obra, Stemhell viene a llenar un vacío en la historiografía sobre el fascismo, generalmente más preocupada por la personalidad de Mussolini y por la evolución ideológica del fascismo en el poder, como lo demuestran las obras de Angelo Tasca El nacimiento del fascismo (1967) y Philip Rees Fascismo y pre-fascismo (1984). Sin embargo, hasta el momento, no existían trabajos serios sobre el eslabón perdido que iba de sindicalismo revolucionario de principios de siglo, heredero del revisionismo soreliano del marxismo, hasta la constitución de los primeros "fascios" pasando previamente por la síntesis del sindicalismo nacional.

 
            El autor, como punto de partida, rompe con dos ideas que tradicionalmente han sido aceptadas por los estudiosos del fascismo y que dificulta su comprensión. Por un lado, desmiente a Nolte quien agrupó en un mismo estudio fascismo y nazismo, sin tener en cuenta que el fundamento de aquél no es el racismo y por otro, demuestra que "el fascismo no es sólo un subproducto de la Gran Guerra, un simple reflejo de defensa de la burguesía ante la crisis de la posguerra", sino la culminación de la rebelión cultural gestada contra la Ilustración y la Revolución Francesa y que, en nombre de una revolución comunitaria y anti individualista, hunde sus raíces en el socialismo revolucionario, superador tanto del reformismo pactista de los partidos socialistas occidentales como del materialismo marxista.
            En la primera parte del libro se analiza con profundidad los fundamentos teóricos de la revisión antimaterialista que del marxismo hizo el francés Georges Sorel y su influencia en los teóricos del sindicalismo francés: Berth, Georges Valois y Hubert Lagardelle. El autor de Reflexiones sobre la violencia sustituye los fundamentos racionalistas, hegelianos, del marxismo, por la nueva visión de la naturaleza humana que proclama Le Bon, el anticartesianismo de Bergson, la rebelión de Nietzche y la sociología de Pareto. Sorel es consciente de que el libre juego de las fuerzas esconómicas es incapaz de desencadenar el proceso revolucionario, de ahí que las fuerzas del insconsciente y de la razón sean los nuevos motores de trnasformación. El mito -la huelga general y la violencia proletaria- se convierte en un elemento esencial de guerra moral contra el orden establecido. Así es como Sorel culmina su corrección, nunca su negación, de Marx; introduciendo elementos irracionales en el marxismo.

 
            La parte central del libro profundiza en la influencia de las ideas sorelianas en la Italia de principios de siglo. Un grupo de militantes del Partido Socialista Italiano, Arturo Labriola, Leone y Alceste DeAmbris, rompen en 1907 con la organización a causa del triunfo de las tesis reformistas que, al igual que ocurrión con Berstein en Alemania y Jaurés en Francia, dieron el control del partido al moderado Fillipo Turati. Crean el sindicalismo revolucionario que aporta una dimensión científica a las tesis sorelianas y plantea la sustitución de la lucha de clases por la sociedad de productores libres basada en la autogestión. Con el tiempo, el sindicalismo revolucionario se irá haciendo nacional, al darse cuenta algunos de sus más significativos teóricos -Pannuzzio, Lanzillo, Olivetti-, de la necesidad de crear un nuevo tipo de estructura política, más adaptada a los problemas de una sociedad en vías de industrialización productiva, más consagrada a la Nación que a la clase. El sindicalismo revolucionario se ha hecho patriota y abraza el principio de solidaridad nacional. Esta nueva orientación, unida a la derrota del socialismo pacifista de Hervé frente al socialismo belicista de Labriola y Orano, hace que se produzcan los primeros contactos entre nacionalismo y sindicalismo, propiciados por Enrico Corradini. Gran parte de los postulados de la síntesis socialista-nacional serán posteriormente asumidos por el primitivo fascismo, tercera vía superadora del liberalismo y del marxismo. Rechaza el parlamentarismo, aunque respeta las leyes de mercado, del primero y, desde la crítica antimaterialista, incorpora del marxismo la idea de la violencia como motor de la historia.

 
       En la última parte del libro, junto a in interesante estudio de la confluencia entre la incipiente ideología fascista y la evolución cultural y antirracionalista propuesta por el futurismo, se analiza la figura, de Mussolini como último eslabón de un largo proceso que culminará con la creación del Partido Nacional Fascista. La personalidad y relevancia de Mussoliní -importante figura del socialismo italiano, director de "Avanti" y Fundador de "II Popolo de Italia"- lo convierte en el elemento aglutinante de las diferentes familias de la izquierda no-reformista y antimaterialista. Pero su progresivo acercamiento a las tesis nacionalistas de derechas le irán alejando de los postulados del sindicalismo revolucionario. En 1920, con el fascismo en el poder, quedan proscritos todos los elementos de origen socialista y significativos sindicalistas, como el ya nombrado De Ambris, emprenden el camino del exilio el comprobar que el movimiento se estaba transformando en un instrumento antirrevolucionario manipulado por la burguesía. De este modo, lo que pudo ser una alternativa superadora de las estrecheces de marxismo y liberalismo se convirtió, al establecer compromisos con las fuerzas sociales presentes, en un régimen autoritario y deshumanizador, de corte más tradicionalista que revolucionario. Comienza así la dictadura unipersonal de Benito Mussolini. Pero esa es otra historia...  (La Información de Córdoba 17 de septiembre de 1995).

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los santos inocentes

Hoy es 28 de diciembre, pero esto no es una broma. Más de cien mil abortos voluntarios se practican al año en España. Es una cifra que debe avergonzarnos a todos. Este auténtico genocidio del siglo XXI sólo lo es posible con la actitud irresponsable de una clase política que legisla contra la vida y una socedad que mira para otro lado y no toma conciencia de la gravedad del problema. Si estos datos de por sí no fueran alarmantes, el Gobierno socialista de ZP lejos de intentar atajar este atropello aprobó una ley que permite el aborto libre en las 12 o 14 primeras semanas de embarazo. Con esta ley que convierte un delito en un derecho cualquier mujer que quiera abortar en España podrá interrumpir su embarazo sin necesidad de cumplir más requisitos que el de encontrarse en esas 12 o 14 primeras semanas de gestación. Esta ley de plazos es similar a la que está vigente en países como Alemania, Dinamarca, Austria, Grecia y Portugal donde esta atrocidad lleva años practicándose. Actualmente en España el aborto está despenalizado solo si se cumplen ciertos supuestos, como violación, malformación del feto o riesgo para la madre.
Es de esperar que el Partido Popular salga de su prudencia y distanciamiento en este tema y no se limite a criticar el nuevo proyecto de ley, alegando que supone una estrategia de distración frente a la crisis económica. Le pedimos desde aquí que enarbole la bandera de la Vida frente a la cultura de la muerte, independientemente de su rentabilidad electoral o no. Si quiere tener credibilidad ante los ciudadanos debe sumarse con claridad a todas la iniciativas sociales de protesta y realizar las acciones legales necesarias para derogar esta siniestra ley de plazos. Hay que recordar que en 1985 el Tribunal Constitucional emitió una sentencia asegurando que el artículo 15 de la Carta Magna --"todos tienen derecho a la vida"-- protege también al nasciturus. Al igual que en Alemania las generaciones posteriores al holocausto judío interpelaron a sus padres y abuelos preguntándoles qué había hecho ellos ante la matanza de millones de judíos en las cámaras de gas y muchos bajaron la cabeza avergonzados, llegará un día en el que tendremos que explicar a las generaciones futuras cúal fue nuestra actitud -de compromiso o pasividad- frente al asesinato de los santos inocentes.



lunes, 5 de diciembre de 2011

La Constitución treinta y tres años después


Hoy es un día para la reflexión. Hace treinta y tres años que la Constitución fue referendada por el pueblo español. Tras décadas de enfrentamientos fratricidas, el espíritu de concordia y la voluntad de consenso marcó la línea de actuación de gran parte de la clase política que supo subordinar sus intereses partidarios al interés general. Fue un éxito colectivo: los sectores más reformistas y avanzados del franquismo, la oposición más dialogante, sindicatos, empresarios, militares, en definitiva, la sociedad española ansiaba culminar un proceso que trajera a España estabilidad política, prosperidad económica, la paz social y la unidad de todos los españoles para afrontar los grandes retos del futuro. Treinta años después, es necesario por un lado cumplir y hacer cumplir algunos de los artículos que parecen olvidados y al mismo tiempo realizar reformas constitucionales tendentes a reforzar la libertad y la igualdad de derechos de todos los españoles, sea cual sea el territorio donde vivan.
¿Qué reformas habría que afrontar cuanto antes? En estas tres décadas han quedado claras las intenciones del nacionalismo de quebrar el principio de igualdad y de atentar contra la base misma de la convivencia nacional. A pesar de su caracter minoritario han tenido en múltiples legislaturas la llave de la gobernabilidad sometiendo a permanente chantaje a las mayorías políticas. Urge, pues, una reforma de la ley electoral que impida que estos pequeños partidos obtengan una representación que no les corresponde. Solo así se podrá realizar una política de sentido nacional pleno. A su vez , es oportuno replantearse el modelo autonómico. Las sociedad española no puede mantener un sistema tan costoso en lo económico y tan cuestionable en lo político. Competencias como la eduación están haciendo estragos en aquellas comunidades gobernadas por políticas de exclusión lingüística.
Por último, paso a detallar, entre otros, algunos de los artículos de la Constitución que deberían ser de obligado cumplimiento y que hoy se conculcan. Exijamos desde la ciudadanía libre y responsable a la clase política el pleno desarrollo de estos artículos:

- La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles (artículo 2)
- El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho de usarla (artículo 3. 1)
- Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales.
(artículo 4.2)
- Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos (artículo 6)
- Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral... (artículo 15)
-Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional (artículo 19).
- Se reconoce y protege el derecho a la libertad de cátedra (artículo 20.1.c)
- Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España (artículo 30.1)
- Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos (artículo 47)
-Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado. Ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libertad de circulación y establecimiento de las personas y la libre circulación de bienes en todo el territorio español (artículo 139).

jueves, 20 de octubre de 2011

Comunicado de ETA



No es un día para la esperanza. La única noticia positiva es la derrota de ETA y sus cómplices y por desgracia esto no se ha producido. El comunicado de esta banda de asesinos es más de lo mismo. Ni anuncian su disolución, ni muestran el más mínimo arrepentimiento ni piden perdón a las víctimas de su actividad criminal. No se sienten derrotados sino victoriosos. Controlan, gracias a Zapatero y el Tribunal Constitucional, la Diputación de Guipúzcoa, San Sebastián y centenares de ayuntamientos. No hay paz sin LIBERTAD y el miedo continúa en el País Vasco. Esta lamentable escenificación a un mes de las elecciones no es sino el favor que ETA debe a Zapatero. Ahora más que nunca digamos bien alto: Memoria, Dignidad y Justicia.

sábado, 27 de agosto de 2011

Partitocracia


La degeneración del actual sistema político en España no es un fenómeno nuevo. A prinicipios del siglo XX polítólogos italianos de la talla de Mitchel, Mosca o Pareto analizaron los procedimientos que conducen a la democracia a un lento proceso de desnaturalización. La aparición y perpetuación de oligarquías ligadas a los partidos políticos, convertidos en grupos de poder e influencia endogámicos, van transformando la democracia en partitoctracia. Para constatar los primeros síntomas de esta preocupante realidad habría que remontarse al período constituyente. En efecto, en la Transición hubo un acuerdo general en dotar de gran poder a los partidos políticos tras cuarenta años de dictadura. Si entonces podía tener su sentido hoy lo carece por completo. Es pues uno de los aspectos claramente revisables del texto constitucional. Como consecuencia de este excesivo protagonismo, tenemos hoy la desastrosa ley de financiación pública de los partidos, la injerencia de estos en otros poderes del Estado como el judicial o la ausencia de democracia interna. La democratización de los partidos es sin duda una asignatura pendiente que nadie quiere afrontar. ¿Cómo van a regenerar la democracia quienes no la ejercen?
Utilizando como excusa las reivindicaciones nacionalistas, con la famosa frase de "café para todos", los partidos políticos se lanzaron al reparto del poder. Crearon así múltiples administraciones -nacional, autonómica, provincial, local- que en la mayor parte de los casos duplican sus competencias. Con ello se aseguraban los suficientes cargos y subcargos para colocar a los del partido. Este despilfarro de presidentes autonómicos -veinte en todas España-, consejeros o ministrillos -unos trescientos cincuenta- directores generales -más de tres mil quientos- subdirectores, comisionados, subcomisionados, asesores y otras lindezas corren, a cargo de las sufridas clases medias que con su esfuerzo y trabajo están sosteniendo un sistema que sólo beneficia a las oligarquías políticas y que ha llegado un momento en el que es insostenible económicamente e ineficaz políticamente. Este asunto, como el de los liberados sindicales, es uno de los innumerables tabús que nadie se atreve a poner sobre la mesa. En este tema los partidos, todos sin excepción, funcionan como una casta y los ciudadanos lo sufrimos. Pregunten a un político de cualquiera de los partidos parlamentarios si estaría de acuerdo con la autofinanciación, el sistema de elección del poder judicial o la reducción de administraciones, seguro que le contestará que estos temas no están en la agenda política.



Los escándalos que estos días aparecen en los medios de comunicación, en medio de una profunda crisis de insosprechadas consecuencias, no es sino la punta del iceberg de la corrupción institucionalizada de un sistema que cada vez se parece menos a la democracia y más a la partitocracia. La clase política no predica con el ejemplo. La austeridad no se encuentra en su vocabulario cotidiano. Los ciudadanos no deben persistir en la servidumbre que se desprende de su pasividad. La sociedad civil articulada como contrapeso del poder, esencial según Tocqueville en toda democracia plenamente desarrollada, y el ciudadano libre e insobornable han de manifestar su rechazo e indignación frente al permanente atropello perpetrado por la clase política. De este compromiso cívico no solo saldrá ganando la democracia sino todos y cada uno de nosotros.

miércoles, 24 de agosto de 2011

¡Sálvese quien pueda!

El paso de Zapatero por la política española no sólo ha causado estragos en la sociedad española sino también en su propio partido. El PSOE se ha plegado en los últimos años a las políticas oportunistas, provocadoras, ineficaces, sectarias del peor presidente en la historia de la democracia en España. Ahora cuando es más que probable el batacazo electoral de los socialistas, muchos empiezan a abandonar el barco. El primero que anunció su posible retirada en un almuerzo con periodistas fue el hablador manchego y ablatino latino, José Bono. Acto seguido, el incombustible Alfonso Guerra, aquel que quiso matar a Montesquieu y dejar a España que no la conocería ni la madre que la parió, apuntó que quizás no estaría en las listas de los próximos comicios. También Carmen Calvo (pixie y dixie), la misma que quitó a todos los españoles la titularidad del dinero público, prefiere dedicarse a sus labores profesionales antes que -se justifica- compartir cartel electoral con la multicolor Rosa Aguilar cuyo rojo desteñido pasea por las cancillerías europeas. Y no podía ser menos en esta huida masiva, la etérea Elena Salgado, quien poco después de trascender que la número dos de Alfredo Pérez Rubalcaba sería Elena Valenciano, la ministra de Economía, que ha estado en todos los Ejecutivos de Zapatero, comunicó a la dirección del PSOE su decisión de no presentarse.

Pues bien, el último en admitir sus dudas ha sido el vicepresidente de Política Territorial y presidente del PSOE y antiguo "virrey" de Andalucía. Manuel Chaves ha reconocido, en declaraciones a la agencia Efe, que está "madurando" su decisión de presentarse o no a las próximas elecciones generales. En su opinión, "nadie es imprescindible, y quien lo crea, comete un error". No, si lo que muchos pensamos es precisamente que él ha sido prescindible, y de qué manera, en la política andaluza y española desde que decidió dedicarse a la cosa pública. No creo que sea el último en engrosar esta lista de auténtica "espantá". Corren malos tiempos para el socialismo español. Se hace más que necesaria una refundación del PSOE tras esta negra etapa de zapaterismo que afortunadamente toca a su fin.