viernes, 4 de septiembre de 2009
Ingeniería social
A nadie se le escapa que una de las prioridades del actual Gobierno es transformar la sociedad, imponiendo valores sociales que no son compartidos por todos y que dividen a la sociedad española. La incapacidad para solucionar los problemas reales de los ciudadanos queda así maquillada con una política que sólo busca la confortación y que a su vez constituye un guiño permanente tanto a las minorías radicalizadas que lo apoyan como a un electorado progre que, tras el fracaso demostrado de las políticas socialdemócratas en toda Europa, se aferra a las políticas de transformación social, que atentan contra el sentido común, pero que son hoy en día la única seña de identidad de una izquierda a la deriva. Con la consideración de aborto como un derecho, los matrimonios homosexuales, la Educación para la Ciudadanía o la ley de Memoria Histórica, entre otras lindezas, el Gobierno quiere marcar una clara división entre la derecha y la izquierda. Sabe que el centro derecha en España, presa de complejos seculares, no va a dar la batalla ideológica ante una sociedad adoctrinada y anestesiada que comparte en su mayoría el discurso de valores dominante de una progresía que ha sabido, durante décadas, realizar una labor de pedagogía social sin discurso alternativo. El régimen hemipléjico, de negación del otro, de clara estirpe totalitaria, que quiere implantar Zapatero no debe contar con la pasividad de todos aquellos que tenemos valores alternativos, valores y principios que hemos de defender sin complejos si no queremos sucumbir como ciudadanos libres y como Nación soberana y democrática.
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