Somos muchos los españoles que estamos asistiendo atónitos a la metamorfosis del Partido Popular salido del congreso de Valencia. Tras cuatro años de eficaz oposición a los despropósitos del Gobierno de Zapatero, la realidad es que el suicidio político, no sabemos si también electoral, de la formación liderada por Mariano Rajoy va tomando con el tiempo unos tintes preocupantes. Millones de españoles creyeron a Rajoy cuando afirmaba que el proyecto de Zapatero consistía en realizar un cambio de régimen que rompiera los pilares de la España constitucional y minimizara el esfuerzo y el logro colectivo de la Transición. No sólo eso, acusó al Presidente del Gobierno de traicionar a las víctimas del terrorismo, de engañar a los españoles con sus pactos con ETA y de no colaborar en el esclarecimiento de los atentados del 11-M. Todas estas críticas se hacían, eso creíamos, desde la defensa de los valores que representa España y la Libertad, con los cuales se identifica un amplio espectro de la ciudadanía por encima de consideraciones partidistas. Asimismo, la postura firme del PP en estos cuatro años contra la afrenta nacionalista lo convertían en el único referente en la defensa del discurso constitucionalista y de las libertades. A pesar de la ejemplar política de oposición al zapaterismo, el PP perdió las elecciones. Como consecuencia Rajoy y los suyos deciden cambiar de estrategia pues lo importante, dicen, es alcanzar el poder. En una democracia asentada y libre de tentaciones totalitarias y de viajes a ninguna parte, sería entendible esta reflexión sobre la estrategia adoptada por un partido político derrotado con el fin de alcanzar el poder. Pero en la España actual, cuando el propio concepto de la Nación está en entredicho y las libertades mínimas son reiteradamente pisoteadas en determinados territorios, la llamada estrategia forma parte del propio discurso y de los principios que se defienden, pues no estamos hablando de política sino de pre-política, es decir, de la defensa de los derechos básicos a la vida, a la libertad. Si la nueva estrategia consiste en dialogar con los que niegan a España e incluso amparan a los que te asesinan o en creer hoy a quien se acusó ayer de ser un mentiroso compulsivo, una de dos, o Rajoy realizó durante cuatro años una oposición irresponsable, cargada de palabras gruesas y falsas contra el Gobierno, o bien nos engaña ahora con el único objetivo de alcanzar el poder a cualquier precio, de convertir el partido en una Plataforma de Poder. Me decanto claramente por esta secunda opción. Muchos creíamos que la diferencia entre el Partido Popular y el Partido Socialista consistía precisamente en tener un discurso coherente y cohesionado en todo el territorio nacional, en defender lo mismo en La Rioja que en Cataluña, en Castilla que en País Vasco o Andalucía. Rajoy hablaba con pasión de una gran Nación de ciudadanos libres e iguales. Ahora todo vale. Se convierte el PP así en un triste remedo del PSOE, que en los últimos años ya nos tiene acostumbrados a vergonzantes pactos poselectorales con el nacionalismo más cerrirl. No es de extrañar que políticos con principios como María San Gil no tengan sitio en este nuevo PP.
Mientras tanto, millones de ciudadanos que confiaron en el PP del sentido común y de los valores, huérfanos políticamente, contemplan con estupor la deriva del principal partido de la oposición y si las cosas no cambian, como por desgracia es previsible, ante próximas citas electorales solo les quedan a estos votantes dos alternativas: apoyar a UPD de Rosa Díez, que se opone frontalmente al discurso totalitario del nacionalismo o ejercer una abstención activa de denuncia de la clase política que de espaldas a la Nación colabora en su liquidación, más pendiente del reparto del poder que de la dignidad, la libertad y el bienestar de los españoles.
Mientras tanto, millones de ciudadanos que confiaron en el PP del sentido común y de los valores, huérfanos políticamente, contemplan con estupor la deriva del principal partido de la oposición y si las cosas no cambian, como por desgracia es previsible, ante próximas citas electorales solo les quedan a estos votantes dos alternativas: apoyar a UPD de Rosa Díez, que se opone frontalmente al discurso totalitario del nacionalismo o ejercer una abstención activa de denuncia de la clase política que de espaldas a la Nación colabora en su liquidación, más pendiente del reparto del poder que de la dignidad, la libertad y el bienestar de los españoles.
3 comentarios:
El PP va a la deriva desde el 11-M que perdió unas elecciones que inexplicablemente con buenos indicadores económicos iba a ganar por mayoría simple. El mismo gobierno de Zapatero se sorprendió de su victoria, pues era un "hombre de paja" para que Bono u otro candidato subiera al poder en el PSOE hacia 2008. Muchos españoles no le perdonaron al PP la entrada en una contienda como la de Iraq, una guerra especialmente injusta por intereses petrolíferos donde no ganábamos nada, un PP cobarde frente a totalitarismos como el cubano y el chino o populismos como el de entonces de EVO MORALES. El PP fue cobarde a la hora de emprender una reforma educativa, muy necesaria para la sociedad a corto plazo, muy beneficiosa a medio y largo plazo e imprescindible para frenar la desintegración del país y la creación de una clase social interesada en la promoción económica a través del esfuerzo y el estudio. Un Partido Popular que se endiosó con los poderes locales y miró para otro lado frente a las tramas de corrupción frente a un bien de interés social como la vivienda. Un partido popular que no supo limitar la desmesurada subida de los precios contentando a los españoles con créditos blandos por encima de lo que pudieran pagar.Un gobierno de derechas que empobreció el poder adquisitivo de todos los funcionarios que paradójicamente hoy con sus retenciones fiscales sostienen el estado del bienestar. Un partido que al igual que el Psoe se vendió a los Bancos (perdon el Psoe a las CAjas) Un partido popular que no ha sabido poner orden en el caos autonómico, un partido popular que ante un derecho fundamental como la vivienda sólo ha sabido recurrir al crédito blando... En fin la gente no sabe diferenciar prácticamente el programa político del Psoe o del PP, no hay acuerdos políticos para el interés de la ciudadanía si no para beneficios particulares. Y como Zapatero cae mejor que Rajoy y tiene también una base social fija (0 sea gente que jamás votará al PP antes no votar o empecinarse en el error) de nuevo el SOE ganará las elecciones. No es que el PSOE lo haga mejor si no que la gente hace lo que le da la gana. Por ejemplo pese a las subidas de las hipotecas se han lanzado a las vacaciones como los pobres de las pateras en una salida desesperada por si son sus últimas en mucho tiempo y luego se quejarán del precio del material escolar, los uniformes, "la cuesta de septiembre" que no de los libros de texto (que regala el PSOE haciendo válido el refrán de que todo lo gratuito se empobrece). En España hacen falta cambios muy profundos y no parches como la deducción por vivienda, la menor retención del IRPF (que no se nota y dicen sus vasallos los sindicatos que se hizo en junio de 2oo euros, oJO: los 400 euros son mensuales), la ley del Menor (el mayor fracaso jurídico de la Historia de España y con unas consecuencias impredecibles a medio plazo), los 2400 euros por natalicio (en publicidad eran 3000 pero hay que desquitar la retención por Hacienda), la supresión de la declaración de Patrimonio (sólo la hace quien tiene un importante capital inmobiliario), el fomento del alquiler (muy caro para los jóvenes y pensionistas), la creación de ministerios "frikis" (una ministra embarazada llevando las fuerzas armadas con el desastroso paso por vivienda, una ministra de igualdad para no sé que majaderías, un ministro de medio marino...), el recorte de los sueldos de los altos cargos públicos (que realmente lo que anuncia es que los funcionarios se van a tener que apretar el cinturón), ofertas masivas de empleo público ( engañando a muchas personas, pues medio país estaba pendiente de las oposiciones de secundaria, y haciendo unas oposiciones restringidas encubiertas), mandándonos cada vez más misiones a los profesores (sin importar la transmisión de conocimientos, sin hablar de la libertad de cátedra, sin permitir los temas políticamente incorrectos) y al funcionariado en general (es decir cobrando menos y haciendo más). Y que hacen los sindicatos mayoritarios: ignorar la realidad, cobrar subvenciones, en fin una vergüenza
Fernando, hace un par de días en Madrid se me acercó una señora. Quería que firmara una petición para que las condenas a los criminales más peligrosos y reincidentes fuesen más largas y estrictas. Es decir, la cadena perpetua para aquellos criminales que ponen objetivamente en peligro por sus acciones la seguridad de los ciudadanos.
Me negué. Le expliqué a la bienintencionada señora que Federico Trillo, responsable en materia judicial del PP, había dicho que la cadena perpetua no solo es inconstitucional sino decimonónica. En lo primero, miente, porque la cadena perpetua no es contradictoria del objetivo constitucional de la reinserción (a posteriori, no como absurdamente interpreta Trillo y el lobby penalista, a priori)
En lo segundo, patentiza el enanismo intelectual de la derecha española. Mientras que en Slate los "halcones liberales", de izquierda y derecha, defienden la guerra democrática en Irak, aquí Aznar se queda solo ante el peligro.
La señora, reponiéndose del susto de verse anatemizada por el sr. Trillo como decimonónica, me aseguró que acababa de estar en Génova y muchos del PP le habían firmado. Lo que patentiza la seria ruptura que hay entre el PP y sus bases.
Por otra parte, y yendo al núcleo principal de la problemática española, la estructura del Estado, la clave reside en la incapacidad del PP y del PSOE de sentarse juntos a negociar, haciendo un "cordón sanitario" (ahora tan de moda) a los nacionalistas. Todavía recuerdo lo felices que eran Aznar y Álvarez Cascos negociando con Arzallus y Pujol.
Un saludo
Por cierto, me negué no porque estuviese en desacuerdo, sino porque los esfuerzos inútiles me ponen melancólico.
Dado que el PP abandona avergonzado las posiciones de derecha en las que podría estar de acuerdo, me echo en brazos del PSOE que, al menos, las especificas suyas con las que coincido (laicismo, aborto, eutanasia) las convierte en banderas al viento.
Un saludo
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